Agostina Vigetti

MATCH POINT

El presente texto, inspirado en “Aerolito que estas en los cielos”,  no pretende conocer si nuestras acciones están impulsadas por el destino o por el azar, duda que existe desde el principio de los tiempos y que probablemente nunca se resuelva,  pero si es un tema que llama mi atención desde siempre y me pareció un buen momento para exponer mi punto de vista sobre el mismo.

Para empezar, me puse a pensar en que momentos de la vida escucho estas palabras, y llegue a la conclusión de que la gente usa el destino cuando pasa algo bueno y suerte o azar (conceptos que en primer momento solemos asociar) cuando pasa algo malo. Cuando una pareja que se conoce de pequeños vuelve reencontrarse años más tarde y se casan “¡Era su destino!”; En cambio, cuando le entran a robar por tercera vez al quiosco de la esquina “¡qué mala suerte!”. Creo que esto se debe a que lo premeditado, el plan de vida, el saber manejar las situaciones, siempre está bien visto, da paz y tranquilidad. Por el contrario el azar, el vivir sin saber que pasara dejándose llevar, incomoda, no se entiende.

La película de Woody Allen, Match Point, comienza con la siguiente frase: "Aquél que dijo "más vale tener suerte que talento", conocía la esencia de la vida. La gente tiene miedo a reconocer que gran parte de la vida depende de la suerte, asusta pensar cuántas cosas escapan a nuestro control. En un partido hay momentos en que la pelota golpea con el borde de la red, y durante una fracción de segundo puede seguir hacia delante o hacía detrás. Con un poco de suerte sigue hacía delante y ganas, o no lo hace y pierdes." Y finaliza con un paralelo entre un partido de tenis, en el que al momento decisivo del match point, la pelota pega en la red, cayendo en su propia cancha, a la vez que el protagonista  tira un anillo al mar para deshacerse de la prueba que lo incriminaba de un delito, y este en lugar de hundirse en el mar, cae en la arena, siendo encontrado por un indigente quien luego es culpado del delito por llevar el anillo.  Pero, ¿con qué seguridad afirmamos que eso fue suerte y que no era su destino el no ser descubierto? ¿Por qué le vamos a echar la culpa al azar de las acciones premeditada de ese hombre, que toma el anillo aun sabiendo que no era de el?

Muchas veces acusamos de mala suerte a resultados previsibles, por el solo hecho de que no hayan salido como esperábamos. Si no estudio para un examen, no es azar que no apruebe y no es mala suerte que me tomen justo lo que no había estudiado. Es mi decisión, quizá apostando a que me pueden tomar lo que estudie, que la suerte va a estar de mi lado. Pero ¿es azar que me lo tome? ¿O mi destino estaba en aprobar? ¿En caso de que el destino exista, que es el destino?

En el texto que mencione al principio se vincula esta palabra a Dios, tratando de negar la idea de que el destino no existe porque no existe Dios, lo cual no creo correcto. Los griegos consideraban al destino una fuerza superior no solo a los hombres, sino incluso a los mismos dioses y una rama del determinismo señala que las acciones humanas se encuentran causalmente determinadas por una cadena de causa y consecuencia, donde no existe ningún suceso que sea azaroso. Incluso el cristianismo con Adán y Eva expresa que dios doto al hombre de libre albedrio para ganarse el paraíso.  La palabra destino va más allá de la existencia o no de dios, y tiene más que ver con una fuerza sobrenatural que gobierna nuestras acciones.

Julio Cortázar dice en Rayuela  “dejando que ocurriera lo que tenía que ocurrir”  y creo que esta frase representa muy bien lo que para mí es el destino. Es creer que estamos dejando que ocurra lo que ya está estipulado. Pero si creemos que absolutamente todo lo que hacemos está escrito, nos  estamos resignando a pensar que uno no puede hacer nada para cambiar las cosas porque todo ha sido previsto con antelación. Lo que me lleva a retomar  la idea anterior, somos dueños de nuestras acciones la mayor parte del tiempo y nadie más que nosotros mismos es dueño de nuestro obrar.  Pero si es cierto que hay cosas que escapan a nuestro control, ahí es donde juega su papel el azar o el destino, no lo sabemos.

En conclusión, no hay conclusión. O, por lo menos no hay una respuesta al interrogante del principio, como ya lo anticipe.  Pero a lo largo de este escrito se me fueron ocurriendo siguientes afir-maciones:

Si creemos en el destino, nuestros actos y sus consecuencias ya están escritas. No hay porque  preocuparse. Si creemos en el azar, las consecuencias de nuestros actos son aleatorias. No hay porque  preocuparse. Por eso solo suelen servir como excusas.

El único destino cierto e inevitable es la muerte, y si debemos preocuparnos por actuar en cohe-rencia con nuestros anhelos, deseos y ambiciones, de la mejor manera  posible y sin perjudicar a nadie, sin usar como excusa circunstancias ajenas a nosotros mismos. Eso sí, debemos tener pre-sente que no siempre las cosas no van a salir como planeamos y la pelota del match point puede caer de nuestro lado de la cancha, lo que no sabemos es si nuestro oponente del otro lado es el azar o el destino.