Reverendo Porno

Actualizado el 14 mayo 2020

     Te lo puedo contar así: Un desfachatado sujeto publica en una revista pornográfica una broma grosera, burlándose de un casto predicador religioso. Éste se siente “ultrajado” y ridiculizado ante la amplísima audiencia que lo sigue, y acude a los tribunales, en busca de una justa reparación; pero la justicia terrenal no reconoce sus derechos. 

     Ahora te lo voy a contar bien.

     Jerry Falwell fue uno de esos predicadores evangelistas televisivos que abundan en los Estados Unidos. A estos personajes les gusta que les digan “reverendo”. Accedo.
     El reverendo de nuestra historia empezó creando una iglesita fundamentalista en 1956, y con el tiempo se convirtió en líder de la derecha religiosa de su país. “Tiemblo de sólo pensar -dijo una vez- dónde estaría el país ahora si no hubiera aparecido la derecha religiosa”.
     Naturalmente, adhería al Partido Republicano (porque no existía otro más retrógrado), y su actuación pública fue agresivamente conservadora.
     Una de sus opiniones más conocidas es la de que los "paganos, abortistas, feministas, gays, lesbianas y liberales de toda índole" fueron culpables por los atentados terroristas de 11 de septiembre de 2001, porque trataron de convertir a Estados Unidos en un país no religioso, y así “ayudaron a que eso sucediera".
     Promovió un boicot contra el programa infantil Teletubbies, sosteniendo que uno de los muñecos podía inducir a los niños a la homosexualidad, porque “es morado, el color de la homosexualidad, y la antena de la cabeza dibuja un triángulo, otro símbolo homosexual”.
     También sentenció que “el SIDA no sólo es el castigo de Dios a los homosexuales, es el castigo de Dios a la sociedad que los tolera”, que “si no eres cristiano, fallaste como ser humano”, y que“los cristianos, como los esclavos y los soldados, no hacen preguntas”
     En 1979 fundó la organización “Mayoría Moral”, muy influyente y poderosa, desde la cual impulsó los triunfos electorales de los republicanos Ronald Reagan y George Bush. No llegó a disfrutar de la presidencia de Donald Trump, porque murió en 2007.
     Christopher Hitchens le dedicó una original despedida: si a Falwell le ponés un enema, dijo, podés enterrarlo en una cajita de fósforos.

     En el campo contrario se encuentra Larry Flynt.
     Lo suyo es la pornografía. Sería injusto caracterizarlo como pornógrafo, nomás, pero, bueno, primero hablemos de la pornografía.
     Larry empezó con ocho clubes de striptease en 1970, y la fama le llegó, pocos años después, con Hustler, palabra que en inglés significa “estafador”, pero que en este caso es el nombre de una revista de porno que cimentó su expansión económica y le permitió levantar un imperio de entretenimiento para adultos, Larry Flynt Publications, cuyo capital actualmente ronda los 400 millones de dólares. Poco más queda por decir sobre este tema. O algo más: su porno fue legal, consentido, sin explotación, sin menores.
     No podemos saber si fue por propia convicción, por fuerza de las circunstancias, o por ambas razones, pero lo cierto es que Larry Flynt llegó a ser un desafiante, revulsivo, incansable batallador en defensa de la libertad de expresión y de los derechos civiles.
     Combatió la hipocresía de las facciones mojigatas de la sociedad estadounidense. Por ejemplo, cuando en 1998 los republicanos armaron un escándalo para destituir al presidente Clinton por su affaire con la pasante Monica Lewinsky, Larry ofreció un millón de dólares a quien aportara datos sobre aventuras sexuales de miembros del Congreso. Así cayó uno de los acusadores de Clinton: el republicano Bob Livingston había puesto los huevos fuera del nido, se supo, y tuvo que renunciar. 
     Por su industria y por su temperamento, Larry Flynt fue asiduo visitante de los tribunales. Una vez se presentó ante un juez vestido solamente con un pañal, hecho con la bandera de Estados Unidos (seis meses de cárcel). Otra vez, lució en una audiencia una camiseta con la leyenda “Fuck this court”. Millonario, pintoresco, grosero y metido siempre en problemas, era buen cliente para cualquier abogado. Claro que defenderlo tenía sus riesgos. En 1978, a la puerta de tribunales, Larry fue atacado a balazos por un supremacista blanco. Quedó parapléjico, postrado desde entonces en silla de ruedas (de oro); pero sigue en actividad al frente de su imperio. En 2017 ofreció una recompensa de diez millones de dólares a quien aportara información útil para el proceso de destitución del presidente Donald Trump.

     Ahora juntemos a los dos, Flynt y el reverendo Falwell.
     En 1983, en avisos publicitarios de Campari, personas famosas recordaban su “primera vez”, esto es, cómo y cuándo habían tomado por primera vez esa bebida. La expresión tenía gancho, porque coloquialmente suele ser usada con doble sentido para hacer referencia a la primera experiencia sexual. La revista Hustler no dejó pasar la ocasión de parodiar ese aviso. Hizo una entrevista imaginaria al reverendo, en la que éste relataba su primera vez sexual, y decía que había sido con su propia madre, borracho, en una letrina.
     Tan vulgar era el chiste, como cosquilloso era el reverendo, y aunque al pie del “aviso” se aclaraba que éste era una parodia que no debía ser tomada seriamente, el religioso se enojó muchísimo y demandó a la revista por “por invasión de la privacidad, libelo y daño psicológico intencional”.
     Las instancias judiciales inferiores desestimaron la invasión a la privacidad, que obviamente no existía, y el libelo (difamación), porque también era evidente que la parodia no podía “interpretarse razonablemente como una descripción de hechos reales”. Pero fue aceptado el reclamo por daño psicológico, basado en el “ultraje”, y se fijó una indemnización de 200.000 dólares. Para Larry… monedas. Sin embargo, acudió ante la Corte Suprema, porque lo importante de este asunto no era su dimensión económica. Y la Corte dejó sin efecto las decisiones inferiores.
     El fallo, dictado por unanimidad, es extenso y sustancioso, y define con gran precisión el contenido de la libertad de expresión con respecto a figuras públicas. En resumen, dice que los ciudadanos estadounidenses tienen el derecho constitucional de criticar a las figuras públicas. Esa crítica no siempre es razonada ni moderada, sino que puede consistir en ataques cáusticos, vehementes, desagradables; pero cualquier declaración basada en creencias genuinas, aunque sea odiosa o motivada por el odio, contribuye al libre intercambio de ideas y a la determinación de la verdad. El hecho de que la sociedad considere que un discurso es ofensivo no es razón suficiente para suprimirlo. El carácter de "ultrajante" es subjetivo, y dejarlo a la consideración de un jurado permitiría que éste resolviera según sus gustos u opiniones. Hasta aquí, el fallo.

     En 1996, el cineasta Milos Forman (el mismo director de Amadeus y de Atrapado sin salida) presentó su biopic The people versus Larry Flynt. Actúa Woody Harrelson como Larry, y éste, el verdadero, hace una breve aparición ¡en papel de juez! Es una película disfrutable, honesta, que describe y relata, sin juzgar.
     El poster del film, tan provocador como el personaje, muestra al protagonista con el pañal de la bandera, y con los brazos abiertos, enmarcado por una gran silueta de caderas de mujer. La Iglesia Católica, siempre atenta a los asuntos importantes, vio en esa imagen un “ultraje” al Crucificado y le hizo campaña en contra. La película tuvo éxito y varios premios. No te la pierdas.