Cuestión de respeto

Actualizado el 14 diciembre 2022

     La gente se puso quisquillosa, y la moda es ofenderse por todo. Te cruzás con Pirulo y le decís “Hola”. Pirulo es un posmoderno y “deconstruye” el lenguaje. Piensa: “Me dijo hola. La hache no se pronuncia, así que me dijo ola. La ola está en el mar. En el mar hay tiburones. Tiburón es una película de Spielberg. Otra película de Spielberg es Jurassic Park. En esa película hay dinosaurios. Por lo tanto, cuando me dijo hola, insinuó que soy un dinosaurio”. Pirulo se ofende.
     Perdemos tanto tiempo en pensar cómo hablar sin ofender, y después, en pensar cómo apaciguar al que de todos modos se ofendió, que no nos queda tiempo para pensar en lo que importa.
     Tenemos libertad de expresión, pero (dicen) siempre que sea con “respeto”. ¿Qué significa “respeto”? El Diccionario de la Academia da varias definiciones: “veneración, acatamiento” o “miramiento, consideración, deferencia” o “manifestaciones de acatamiento que se hacen por cortesía”. No te molestes en buscar definiciones para veneración, acatamiento, miramiento, consideración o deferencia, porque todas hacen una pirueta y vuelven al “respeto”, con el agravante de que algunas lo equiparan a “sumisión”. O sea que el respeto es el respeto y conformate.
     Sin respeto por el respetado Diccionario, creo que el significado usual de respeto consiste en mimar la autoestima del otro, franelear su ego. Mientras no le lastimes el amor propio, podés expresarte. Así que, mirá qué notable, el límite a tu libertad de expresión lo pone la vanidad del imbécil que te escucha. Y como la mayoría tiene la autoestima alta, estás frito.
     Sócrates decía “sólo sé que no sé nada”, y la mayoría toma esto como una frase pintoresca, cosa de filósofos, nada. Pero, con su humildad, el tipo se ponía por encima de todos, porque les estaba diciendo: ustedes tampoco saben nada, la diferencia es que no se dan cuenta. Mirá si Sócrates se iba a ofender porque un chitrulo le decía “no sabés nada”.
     Antes de seguir, conviene aclarar que, en todo esto, presupongo paridad de condiciones para expresarse. Distinto era cuando cierta presidenta argentina utilizaba el micrófono público para insultar a quienes no tenían iguales posibilidades para replicar. O cuando los medios de comunicación “informan” tendenciosamente, abusando de su posición dominante en la esfera pública (y si permiten la réplica, la recluyen en media página de “cartas de lectores”, que publican si quieren, reservándose la facultad de “reducirlas”). En esos casos, y en otros parecidos, la cuestión se traslada al significado de “libertad de expresión”. Es un gran tema, pero ahora estoy hablando de los que se expresan en condiciones de paridad, y se ofenden.
     Cuando el respeto no se mide por susceptibilidades, sino por pautas objetivas, cualitativas, entonces resulta apreciable el aporte de la Academia: “acatamiento” a la verdad, a la razón, al buen criterio. Si “respetar la razón” te parece demasiado abstracto e intelectualoide, te recuerdo lo que decía Discépolo en el tango Cambalache (1934): “¡Qué falta de respeto, qué atropello a la razón!”.
     Justo estoy leyendo a Isaiah Berlin y encuentro una frase que viene al caso: “cualquier estudio que se respete debe tener una base objetiva”. La traducción no es buena, y no creo que el original en inglés diga “que se respete”, pero la idea está clara: es digno de respeto lo que tiene una base objetiva; merece respeto lo que se dice con una base objetiva.
     Supongamos que te disgusta algo que te digo. Si tiene base objetiva, no deberías ofenderte, sino refutarme dando razones; y si es un mero insulto, tampoco deberías ofenderte, porque te enojás y perdés el hilo de la discusión. No olvides que el que te insulta no te degrada, sino que se degrada a sí mismo.
     En fin, hoy la gente se ofende por cualquier cosa. ¿Será mejor no decir las cosas directamente, sino con ironía? La gente no entiende la ironía y la toma como un elogio. Por eso, a la inversa, cuando mandás un mensaje con un chiste, tenés que aclarar poniendo “jaja”. Si no, capaz que te lo toman en serio y te mandan una carta documento. Ay, la gente.