Natasia Wasilewki

TERAPIA DELLO SPIRITO

     Como base de este trabajo utilice el artículo de Emilio Bruno donde habla de la homeopatía cómo una pseudociencia. Pero no es mi idea defender la homeopatía, ya que siendo sincera no estoy muy informada sobre el tema y tampoco me llama la atención. En realidad, lo que quiero es exponer sobre otro tipo de prácticas que engloba la pseudociencia y que conozco de primera mano, porque al principio del relato se refiere al género y no específicamente a la homeopatía, generalizando la crítica a las demás ramas.

     La pseudociencia (en griego psevdoespistimi, que significa “falsa ciencia” o “falsa práctica”) es una afirmación o creencia que es presentada como científica, pero es incompatible. A simple vista parece congruente con los principios de la investigación científica, pero no cumple con sus requisitos.  De este género se desprenden otras prácticas además de la homeopatía: cómo terapias florales y reiki; que independientemente de no tener prestigio o no ser tomadas con seriedad en el mundo de la ciencia, son realizadas cotidianamente y reconocidas por muchas personas.

     El reiki fue inventado en 1922 por el budista japonés Mikao Usui. Desde sus comienzos ha sido adaptada por varias culturas a nivel mundial. Tiene un origen espiritual, sus practicantes creen que a través de una técnica llamada imposición de manos o toque terapéutico se transfiere desde las palmas una "energía universal" hacia el paciente con el fin de promover la curación emocional o física, manipulando esa fuerza vital de manera favorable.  Se basa en el qi ("chi”): una fuerza vital que se encuentra en el Cosmos, en la Naturaleza, en nosotros mismos. Cuando esa energía fluye a través de nuestro cuerpo nuestras defensas están activas, y nuestro organismo puede experimentar el máximo bienestar.

     El Reiki al contrario de lo que mucha gente piensa, no cura enfermedades. No afirma que la energía que recorre las manos tenga un poder sanador. Las manos entrenadas de un maestro pueden desbloquear el flujo de energía vital para despertar las defensas y equilibrar nuestra mente y espíritu. Aún así, muchos practicantes están convencidos de que ayuda a curar el estrés, la ansiedad y alivia el dolor en enfermedades como el cáncer, el reuma, y enfermedades crónicas.

     La Terapia Floral es otro sistema de sanación complementario, que ayuda al cuerpo, la mente y el alma de las personas a través de fórmulas florales que pueden ser gotas, cremas, aceites o atomizadores. Fue creada por Edward Bach, médico Inglés, cirujano y bacteriólogo, en el año 1934. Es utilizada para tratar problemas emocionales cómo pánico, depresión, tristeza, culpa y afrontar duelos y pérdidas.

     Creo que este tipo de terapias son subestimadas y consideradas un chiste por gran parte de la sociedad. En mi opinión se debe a que tenemos la costumbre de criticar lo que no conocemos, o simplemente no lo respetamos si sus respuestas no encajan en “nuestra lógica”.

     No quiero decir que los tratamientos médicos podrían ser reemplazados por terapias no convencionales, ya que sería caer en un fanatismo extremo. La medicina avanzó a pasos agiganta-dos a lo largo de los años, logrando mejorar la calidad de vida humana; sería un retroceso en la historia pretender que otra ocupe su lugar. En realidad, estas prácticas no son necesariamente excluyentes entre sí, sino que tendrían que tomarse como complementos. Mientras la medicina cura el cuerpo, una terapia alternativa puede curar el alma.

     Considero que existe un problema de lenguaje que induce al error: el termino pseudociencia es poco feliz, ya que inconscientemente da lugar a que la sociedad la coloque por debajo de la ciencia, cómo algo que se quiere equiparar a ella sin alcanzarla. Cuando en realidad son cosas to-talmente distintas. ¿No sería mejor darle un nombre que las identifique por si mismas? Cómo te-rapias complementarias o terapias para el espíritu.

     Creo que la medicina es un tanto frívola, busca alargar la vida de las personas sin pensar en lo que sienten, más allá del dolor corporal. Nos meten fármacos y químicos para tratar de curarnos, pero como efecto colateral apagan nuestra vitalidad.

     Muy usada es la frase “el remedio es peor que la enfermedad”, y tomada de manera literal la considero bastante real. Por ejemplo, en el tratamiento contra el cáncer la mayor parte de los pacientes sufre de fatiga, cansancio extremo y pesadez luego de sus sesiones de quimioterapia. Este agotamiento no puede aliviarse con simple descanso y muchos dicen que es de los efectos secundarios más difíciles de enfrentar, no sólo por el efecto en si sino por todas las consecuencias que trae consigo: el cambio de humor, empeoramiento del estado anímico, depresión. Obviamente pagamos ese pequeño precio con tal de ganar la tan esperada curación. Pero, ¿En esta etapa no podría entrar en escena una terapia complementaria? Una que intente completar eso que la me-dicina no contempló.

     Existe una realidad, y es que sus seguidores continúan sometiéndose a ellas porque los hace sentirse bien, y eso es algo que ningún libro científico puede explicar. Ya sea una cuestión psicológica o de fe, la sensación de bienestar que generan es real. Poco importa que no encuadre en una ecuación científica, si quienes las utilizan son testimonios vivientes de sus consecuencias positivas, sin sufrir efectos colaterales.